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El porteñísimo lunfardo se renueva con palabras del rock y de la cumbia


Asi parece nomàs, seguimos inventando palabras para hacer que todo lo que nuestros huespedés habian aprendido de "español" sirva poco y nada si les hablamos de esta manera.


Estando en el bolín polizando / se presentó el mayorengo /a portarlo en cana vengo / su mina lo ha delatado ”. Este es el primer verso en lunfardo del que se tenga noticias. Fue publicado en 1879 en el diario La Nación por Benigno Lugones, un policía que en sus escritos reproducía la forma de hablar en las comisarías. Ya un año antes, en La Prensa , un artículo titulado “El dialecto de los ladrones” contaba que en la Ciudad había una nueva forma de hablar y reproducía 29 palabras de la jerga con sus significados. Entre ellas figuraba lunfardo. Quería decir ladrón . Pasaron 133 años y el lunfardo sigue vivo: ahora incorpora vocablos del rock y de la cumbia. Así, el “mayorengo” de ayer es el “rati” o la “yuta” de hoy.
El habla de Buenos Aires nació en los barrios bajos, en las comisarías y en los conventillos donde vivían los inmigrantes, entre fines del siglo XIX e inicios del XX. “A Buenos Aires habían llegado muchos genoveses, piamonteses y también algunos lombardos –explica Otilia Da Veiga, vicepresidenta de la Academia Porteña del Lunfardo–. Y como en Lombardía había banqueros y prestamistas, los más humildes decían que los lombardos o lumbardos, eran ladrones. Porque para el pueblo, prestamista y ladrón era lo mismo. Y lumbardo derivó en lunfardo”.
El lunfardo no era privativo de los ladrones, aunque ellos lo hablaban porque entre los inmigrantes también vinieron “escruchantes” y “chorros”. Y fueron los policías, según cuenta Da Veiga, los primeros que registraron las voces lunfardas. “Pero los comerciantes y el pueblo bajo también hablaban así –asegura–. Fue José Gobello, presidente de nuestra Academia, el que sacó de la cárcel al lunfardo y lo transformó en un hecho lingüístico . El siempre sostuvo que el lunfardo es hijo de los patios de los conventillos donde se juntaban los inmigrantes”. De hecho, desde 2000 se celebra el Día del Lunfardo los 5 de septiembre, porque en esa fecha Gobello publicó “Lunfardía”, su primer libro.
La conexión del tango con el lunfardo se dio naturalmente. “El tango se gestó en lugares humildes, donde el lunfardo habitual. Además, muchos compositores y cantores de tango eran de origen italiano y estaban cerca del habla popular”, dice Da Veiga.
Algunas palabras del lunfardo fueron incluidas en el diccionario de la Real Academia Española. Como banquina, el término que usaban los obreros genoveses que construyeron las rutas para llamar al arcén. O “cancha”, que viene del quichua. Porque algunos vocablos lunfardos surgieron de lenguas autóctonas. También del galaico portugués y del caló gitano. Y hasta de la germanía, la jerga de rufianes nacida en España, de la que viene el término “fulero”. “Otras palabras son del más rancio castellano –agrega Da Veiga–. Como afanar, a la que el lunfardo sólo le desvió la intención”. En cambio, dice, el “resve” no es lunfardo, sino apenas la inversión de las palabras.
Aunque causó resistencia en los puristas del idioma, el lunfardo se filtró en todos los estamentos sociales. “Eso es lo que lo vuelve interesante para los estudiantes de filología de todo el mundo, que hacen sus tesis sobre el lunfardo. A la Academia llegan desde Japón, República Checa, Inglaterra o Francia”, dice Da Veiga.
En 1990, Gobello incluyó en su diccionario de lunfardo 3.590 palabras. En 2004, en el “Novísimo diccionario de lunfardo” que publicó con Marcelo Oliveri, había 5.301, por lo que se calcula que se incorporan unos 71 vocablos por año. Porque el lunfardo –dicen Gobello y Oliveri– son todas las expresiones que se usan en Buenos Aires, que se oponen a las establecidas. “Hoy, el lunfardo consta de 6.000 palabras –dice Da Veiga–. No todas están en uso y es imposible hablar sólo en lunfardo. Por eso no es un idioma, es un aire”.
Un aire que sigue activo. Se suman extranjerismos, como “chatear” y palabras surgidas de la actualidad, como “piquetero” o “cacerolazo”, o de la TV, como “botinera”. Y fundamentalmente, términos del rock y de la cumbia, dos géneros con los que el lunfardo se retroalimenta. Por ejemplo, chabón es la inversión de “boncha”, que originariamente significaba “medio tonto”. Otras palabras adoptadas por esos géneros del lunfardo original son “agreta” o “arrugar”. Y también hay términos nuevos que el lunfardo hace suyos: fisura, motoquero, patovica, rescatarse, birra. Por algo, el lema de la Academia Porteña del Lunfardo es “El pueblo agranda el idioma”.